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Aixa Ardín Pauneto, Puerto Rico, 1967
Mar calmada
Era un agua tan quieta, tan hecha a tu medida
que simulaba un espejo sin fantasmas.
Yo me creí viento, me agiganté en tu osadía.
Soplé el caracol de la guerra
busqué en cada hoja el temblor justo y necesario
tiré por los suelos arenas amanezqueras,
deshechos antiguos, fui huracán y tormenta
para agitar tus aguas, para soltar amarras y anclas
solo para quedar más detenida que nunca al oírte llorar.
Ejecución
Igual quel lenguaje ejecuta muy mal un suspiro
el teléfono ejecuta muy mal tu presencia.
Por eso mejor no te tengo a ti ni a tus besos
que dejen de mirarme tus ojos hoy mismo
porque si no, qué haré cuando
insistas quererme en la distancia.
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