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Alberto Martínez Márquez, Puerto Rico, 1966
Alegoría si alguna
el minotauro
vencido por el laberinto
cayó en el grito
sin hilo
y sin fondo
del otro minotauro
acosado
sin duda
por su propio laberinto
El fin
en tanto la ciudad celebra
con sobradas muestras de entusiasmo
el exterminio de sus ratas
el flamante flautista de Hamelin
atraviesa sin prisa y con sigilo
la convulsa selva humana
acompañado por una multitud
de niños de rostros desnudos
a los que conduce irremediablemente
hacia las gigantescas fauces que se abren
en la línea más oscura
del horizonte
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