Alfonso Larrahona Kästen,   Chile, 1932


Mi pozo

Restará de quien soy tan sólo un pozo,
no muy profundo, pero sí sombrío;
porque quise ser árbol o ser río
y no pude salvarme del destrozo.

Todo lo que perdí me brindó gozo;
todo lo que gané me daba frío;
fui durante la vida un gran vacío,
una grande oquedad puro sollozo.

En mis aguas moraban las estrellas
cuando el sol se marchaba, sólo ellas
conocían mi incendio de ansiedades,

la mirada interior que poseía,
la saya de dolor con que investía
mi pozo desbordado en soledades.


Individuos ancestrales

El primer individuo de mi ancestro
fue una gota de lluvia recostada
en una playa, alguna voz dorada
pretendiendo apagar este siniestro.

El segundo: esta ola que amaestro
resonando en mi verso, liberada
en mi interior como una desolada
rosa sanguinolenta que te muestro.

El tercero: fue el viento y su maniobra
impulsando las líneas de esta obra:
conjunto de presencias solamente.

El cuarto y los demás los he olvidado,
bandadas son, manadas y legados,
ángeles y demonios inclementes.


 
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