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Alfonso Guillén Zelaya, Honduras, 1888
Echame a la senda
Señor, dame un camino y empújame a la mar,
mándame a todo rumbo por bosques y desiertos,
por llanos y guijarros o por floridos huertos
que me siento cansado de tanto descansar.
Dame cualquier camino para peregrinar
hoy tengo los impulsos de la marcha despiertos;
échame a todos los mares, guíame a todos puertos,
que amo la incertidumbre y no puedo esperar.
Sólo tu voz espero para hacerme a la marcha;
no temeré la espina ni me helará la escarcha
y gustaré el sustento que me quieras brindar.
Me ofreceré de báculo si encuentro algún caído,
de padre si hay un huérfano, de esperanza si olvido:
pero échame a la senda que yo quiero rodar.
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