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Alfredo Cardona Peña, Costa Rica, 1917
Amor, amo tus claras mocedades
Amor, amo tus claras mocedades,
amo, Amor, tu recinto, tu pie leve;
amo tu amor amante, que conmueve
el reino de las tiernas heredades.
Estoy amando el lirio que se atreve
a juntar dos esbeltas soledades,
al que ha sido, en la frente de la nieve,
esposo de las albas suavidades.
Te estoy amando, Amor, con el anhelo
de las torres que radian tus preguntas.
Te estoy amando, mido tu consuelo,
apresuro la herida de tus puntas
y bajo hasta las piedras de mi cielo
para mirar, Amor, tus almas juntas.
Vestida de luto
Su luto era la alfombra de una llama,
un nardo entre la noche su sonrisa.
Oh mágica visión, oh Mona Lisa
hecha de luz y doncellez en rama.
La vi como quien ángeles exclama,
como quien suelta alondras a la brisa;
bella, gentil, recóndita y sumisa,
tenía algo de luna y de retama.
La admiración, rindiéndole homenaje,
sin que la oyera murmuraba un rezo.
Y destacaban, en aquel paisaje
o antiguo medallón tácito al beso,
su blanca tez, lo negro de su traje,
y amor, amor entre los ojos preso.
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