Alicia Schiavoni,   Argentina


Así te espero

¡Silencio, río! no rueden
tus mojadas costillas contra el lecho,
que el sonido que haces me distrae,
y mi corazón busca su eco.

Le ordeno al cañaveral que te orillea
que el ruido de sus hojas detenga;
al sol, que por un minuto quede quieto;
y a la primavera, que este año no venga.

Silencio el campo todo, no camine
ningún animal, nube, ni hombre;
que el sonido que hacen me molesta
cuando mi corazón grita su nombre.

Y Tú, bendícelo, Señor, porque lo amo
y amarlo es querer que brille entero,
aunque él esté lejos y no lo sepa,
aunque yo no esté cerca para verlo.


Manto de tristeza

Y se va la vida por caminos errados
porque el que está sólo vive equivocado;
y es dura la espera, helada, silenciosa,
cuando miro a mi puerta y el amor no se asoma.

Tomo entre mis manos el llanto que en las noches
derramo en solitario desvelo por no verte
y riego con la savia del alma que se agota
el nombre del no hallado, el nombre del ausente.

No quiero la mentira del amor marginado,
ni tampoco la certeza de sentirme tan sola.
Quiero un amor presente que se lleve el pasado,
que me entibie las venas y duplique mis horas.

Pero la puerta estóica permanece cerrada
y cerradas se quedan mis manos que no rezan.
Se pierde a lo lejos la luz de las miradas
y oscurece mi casa un manto de tristeza.


 
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