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Alvaro Urtecho, Nicaragua, 1951
Lázaro
El seco estrépito
de un repentino alzarse de palomas
estremeció mis pasos.
Fue como si algo
se me escapará de la carne,
sorprendida su raíz.
Como si al muerto que guardo
le levantaran la losa y por el mundo
caminara ya sin nada entre las manos.
Ambito
Palacios abandonados:
una ráfaga escabrosa de tiempo
pasa por ellos: un hálito de ausencia,
una explosión de pétrea melancolía.
Y sin embargo están allí:
con sus muros altísimos
y sus vastos recintos dispuestos
para la escena sublime
del ritual desplegándose frente
a la pregunta permanente
de los ojos humanos, ¡ceremonias,
rituales de la grandeza y el asombro!
Entrada y fuga precipitada
de aves agoreras,
cenizas y fantasmas de príncipes,
emperadores y reyes
con sus voces borradas como ríos secados
copas de vino denso y arpas
de sonido recatado en la sombra.
Flautas de aurífero gorjeo.
Pergamino de bordes carcomidos.
Palimpsestos de inscripciones cifradas.
Cofres de sellados fulgores.
Sarcófagos impenitentes.
Palacios abandonados
por siervos y señores,
vencidos y vencedores.
Historia cerrada y abierta,
descubierta y redescubierta,
encontrada y reencontrada
hasta la sordamente imprevista
consumación de los siglos.
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