Ambrosio Echemendia,   Cuba, 1843


Al Damují

No ha mucho tiempo, caudaloso río,
murmuraban tus aguas quejumbrosas,
bañando tristes las pajizas chozas
que formaban tu pobre caserío.

El Progreso escuchó tu murmurío,
y en tus incultas márgenes hojosas,
brotó Cienfuegos, como en frescas rosas
gentil capullo en el ardiente estío.

¿Será cual tú mi genio desgraciado
que en silencioso vegetal se inspira?
¿Vendrá el Progreso a revocar su hado?

Si es cierto, Damují, ¡ay! en mi lira,
al mudar cual tus linfas a otro estado...
¡te promete cantar quien hoy suspira!


Un incrédulo de mis versos

Tú, que a mis versos niegas despiadado,
su único valor, el que son míos,
¿calmarás tus dudosos desvaríos,
por mi rudo soneto improvisado?

El cuarteto primero está formado,
y siguiendo a Mendoza sin desvíos,
con sentimientos crédulos y píos
el segundo (dirás) lo ha rematado.

Pobreza, esclavitud, dolor maldito
“terceto cruel de mi primer terceto”
formaré de tu duda el requisito.

Pero al segundo muéstrame respeto
por que entonces sin dudas es prurito,
o clávenme en la frente mi soneto.


 
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