Anagilda Garrastegui,   Puerto Rico, 1932


He sentido el silencio

He sentido el silencio
de tu sombra
en mi sombra;
he sentido el latido
de tu mar
en mi orilla;
he sentido el desgarre
de mi alma distante
taladrar en mi arcilla
y he seguido soñando
que soñando moría.


A  Dios

Vas empujando fuera
otras presencias.
Vas cambiando
el run run
del pensamiento.
Vas apaciguando
la impaciencia.
Vas dando luz
al oscurecimiento.
Vas a las rebeldías
sosegando.
Vas a la tristeza
en rosas
convirtiendo.
Vas despejando ortigas
a mi paso.
Vas dentro de mi voz
amaneciendo.


La oración

Por el amor perdido
y el ganado.
Por la sombra sacada
de su hueco.
Por la espina
y la gota de vinagre,
eleva tu oración
sobre el silencio.
Deja que fluya y vuele
mientras brota.
Deja que el aire la
riegue
por el viento.
Deja que en ese irse
te consuele.
Deja que reverbere
como el eco.

Deja
que al despegarse
de tus labios
se cuelgue de la punta
de un lucero.

Deja
que como un barco
lleno de alabanzas
tu oración desembarque
allá en el Cielo.


 
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