|
|
Ana Valdés-Miranda, Cuba
El sueño astillado
Ese sueño tan miope y fenecido
al que vas abrazado ciegamente
y en su furia de amor tan convincente
redimió un argumento demolido.
Aferrado a un concepto ensombrecido
de qué vale en la sombra a tu costado
urgir ese fantasma mutilado
que al reverso de él vive vencido?
Preso en esa agotada geografía
se tornó su catarro en afonía
y en un retórico dolor nublado.
Y ese amor fracasado y zozobrante
que entre escombros se esconde sollozante
sucumbe en la batalla pisoteado.
El verbo
La palabra es hoy un mudo gesto
que remonta el vuelo
de un espacio atrapado de una calle sin número.
La voz, aliento perdido de poeta
que reclama esa acera interminable
de un paisaje equivocado con ventanas silenciosas
donde un halo vertical de sol cae vencido
desprendiendo olor a isla quieta.
El verbo tiene un tono malva
con difusas pinceladas blancas
que se diluye en una estrofa de delgadas sílabas
detrás de otro,
desgarrado
manchado con tinta de patria omnipresente,
que reza sin remedio con lágrimas de ira.
|
|
|