Andrés Mata,   Venezuela, 1870


El río

Debajo de los árboles... ninguna
pena que inquiete el pensamiento mío.
Por cima de los árboles, la luna;
debajo de los árboles, el río.

Abro mi corazón... Leo y confío
en la gloria, en el bien, en la fortuna:
Habla de paz, el discurrir del río;
habla de amor, al esplender, la luna.

Quietud y soledad... Nada importuna
la comunión del pensamiento mío
con el bien, con la gloria y la fortuna...

Bajo el ramaje trémulo y sombrío
sueña un hilo de plata de la luna
sobre el silencio diáfano del río.


Momento optimista

¡Pobre alma sin amor! Tu pena aguda
no tiene con mi pena semejanza.
Resplandece en la mía la esperanza,
la tuya se ennegrece con la duda.

Ves el ave y el nido en la desnuda
rama del árbol que a morir avanza?
No te sorprenden en estrecha alianza
la primavera y la estación sañuda?

¡Vive tu juventud! Despierta al ruido
del verbo y de la acción. Cede al encanto
de triunfar sobre el odio y el olvido.

Qué estímulo mayor a tu quebranto?
Sobre la debil rama el blando nido
y sobre el nido la piedad del canto.


 
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