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Anselmo Suárez Romero, Cuba
El preludio
Nunca versos canté: ni el sol brillante
de mi patria adorada cuando asoma
sobre la ceiba grande de la loma
ni el resplandor de estrella rutilante,
ni el agua de los ríos murmurante,
ni aquel áureo matriz que acaso toma,
ni de la flor gallarda el suave aroma,
ni música de palmas extasiante.
Ni mágicas palabras que algún día
pude escuchar de una mujer amada,
ni sueños santos de virtud y gloria,
ni horas amargas, ni horas de alegría,
lograron de mi cítara callada
el pobre son que exhala tu memoria.
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