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Antonia Alvarez Alvarez, España
Diciembre
Hoy la nieve se funde en el monte,
y en los troncos dormidos, la escarcha;
rumia el cielo su frío de invierno
y tiritan, desnudas, las ramas;
el arroyo derrumba el silencio
de las piedras que lame y que labra;
es diciembre, hace sol, y en la fuente,
de repente, algún pájaro canta;
una niña de trenzas morenas,
coge el tiempo, lo acuna y lo calza,
y lo lleva a los días aquellos
del arcón de sus sueños de infancia;
vuelven siempre las flores y el trigo,
siempre vuelve el batir de las alas,
vuelta a vuelta se doran las hojas,
y de nuevo la nieve y el agua...
Nombrarte
Hoy mencioné tu nombre, y al decirlo,
lo mentaron las almas de las cosas:
la calle gris, la acera, las baldosas,
el perro, el pez, el gato, y hasta el mirlo.
Todo lo que se mueve y lo que siente,
todo lo que está inmóvil, sin mirada,
llevando entre sus átomos la nada,
todo tu nombre de hoy lo hizo presente.
¡Qué poder la palabra que te nombra
entre mis labios murmurada apenas
para no mutilar su alegoría...!
Tu nombre me entimisma, y aun me asombra,
me borda el corazón, y por las venas
corre un milagro azul de fantasía.
Tiempo
Se nos escapa el tiempo entre los dedos
como granos minúsculos de arena,
dejando en el camino risa y pena,
amores, odios, esperanzas, miedos.
Y en ese devenir de los enredos
con que la vida gira y nos condena,
aprendemos la eterna cantilena
que nos ha de dejar mudos y quedos.
Hacia un final desconocido y yerto
que intentamos obviar día tras día
llevamos nuestras lágrimas de muerto.
Sólo ese fin tenemos como cierto,
y en el amor buscamos valentía
para apagar la sed de este desierto.
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