Antonio de Paz y Salgado,   Honduras, 1748


De la divina Astrea...

De la divina Astrea al bibio estrecho
túmulo de Mercurio aquí se erige
suspende caminante, y del colixe
la medio efigie, de quien se ve el pecho.

La realidad la imagen ha contrahecho,
porque de este doctor memorias fixe,
que supo en vida, y muerte ser quien rixe
por la senda segura del derecho.

Mauseolo a sus cenizas en la bella
mansión etérea tiene, y luminoso
equivoca lo muerto con lo ausente.

Porque enseñando a tantos industriosos
la justicia; tomó claro Oriente,
y eternizó su vida como Estrella.


Cristo piadoso...

Cristo piadoso, que en la cruz clavado,
el pecho muestras por mí herido,
lava en tu sangre con eterno olvido
la mancha torpe de mi vil pecado.

Por ser fuente de bienes me has amado,
y con muerte afrentosa redimido;
por ser fuente de males te he ofendido,
y tus justos preceptos quebrantado.

Tu real palabra has obligado a darme
tus bienes cuando yo te los pidiera
con tan gran claridad llegaste a amarme.

Esta es Señor la petición postrera,
pues moriste por sólo perdonarme
perdóname Señor antes que muera.


 
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