Antonio de Solís y Rivadeneira,   España, 1610


Amar a dos

Amar a dos, y a entrambas con fineza,
amor es, y el amor más entendido;
que más firme será contra el olvido,
si en dos bases estriba su firmeza.

Niñas, si me cortáis pieza por pieza,
hay para entrambas; y pues siempre ha sido
señal de sujeción darse a partido,
partidme, y no quebradme la cabeza.

Amor y odio, ya en el campo estrecho
del corazón batallas han tenido
juntos en él, aunque entre sí distantes.

Pues si a un tiempo tal vez dentro del pecho
dos efectos contrarios han cabido,
¿por qué no han de caber dos semejantes?


A la rosa

Viene abril y, ¿qué hace? En dos razones
viste a un rosal de hojas que ha tejido
y luego toma y dice: "Este vestido
tiene ojales; pues démosle botones."

Dáselos, y los rompen a empujones
las hormillas, que el tiempo ha colorido,
ascuas hoy, que la púrpura ha encendido
de los que eran ayer verdes carbones.

Nace la rosa pues y, apenas deja
el botón, cuando un lodo la salpica,
un viento la sacude, otro la acosa,

ájala un lindo, huélela una vieja
y al fin viene a parar a la botica;
si esto es ser rosa, el diablo sea rosa.


 
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