Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate,   España, 1904


Yo buscaba

Yo buscaba
un suelo
que sostuviese
el peso de mi cuerpo
y el peso de mi alma.
Un suelo
por bajo que estuviese,
pero que fuese firme
para mi sustento
y para mi reposo;
como es el firmamento
que sustenta impasible
el peso infinito
de los cuerpos celestes
y el alma reposada
de todo el universo.

Quería tocar el fondo
del que ya no se pasa,
del que ya no pudiera caer,
ni aunque quisiera.
Un suelo fuerte
para la gravedad de mi caída;
un suelo fértil,
donde sembrar mi muerte
para una nueva vida.

Buscaba
una sustentación
que fuese mi sustento
y una mano en mi mano
como mantenimiento.

Buscaba una paz,
viniendo de una guerra,
donde siendo vencido
yo venciera.

Y al buscar estas cosa
en el fondo, solamente
me buscaba a mi mismo,
desesperadamente.

Hasta que un día...
Ya recuerdas, Señor,
lo que pasó ese día,
en que se hicieron una
tu pasión y la mía.

Yo te buscaba a Tí,
perdóname Señor,
no lo sabía.


 
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