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Antonio García Gutierrez, España, 1813
Amor sin celos
Tengo aprensiones yo, como cualquiera,
y tocante a caprichos, ¡no se diga!
El campo siempre verde me fatiga;
el cielo siempre azul me desespera.
Triste la luz del sol me pareciera
sin esa noche del dolor amiga
y sin la pena que el placer mitiga
hasta la vida misma aborreciera.
Pues esos ojos tuyos, dueña mía,
que pueden afrentar uno y mil cielos,
causaron mi amoroso desvarío.
No hallé sombra en su luz, no hallé desvelos
y mi ardiente pasión murió de frío.
Que así muere el amor cuando no hay celos.
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