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Antonio Moráles Nádler, Guatemala
Dionicio y el mar
Del insomnio rocoso ahora vengo
A tu verdad insomne.
Al abismo agitado de pupilas
Que a tu bondad se acoge.
Mas nadie explique a mis sentidos libres
Tu misterio y tu nombre.
Naci para mirar entre las sombras
Tu pensamiento noble.
No precisa la luz. Si el mar existe
Lo sonoro responde
Al fino tacto sin piel con el oído,
Su orquestación recoge.
Si me consuela el mar, el mar nos piensa
¡Eva mía, Salobre!
La de hipocampos habitada en sueños,
La venus limpia de existencia doble:
Perla y suspiro. Submarina. Etérea.
La entre medusas derramando polen.
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