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Antonio Romero Márquez, España, 1936
Porque conoceremos…
Se abrirán nuestros ojos a un sol centelleante,
saciaremos la sed en ríos sin orillas,
y nuestros corazones serán como semillas
con el temblor del barro y el fulgor del diamante.
O puede que en sus manos el viento nos levante
para incendiar al mundo como ardientes astillas,
y hasta puede que hablemos de raras maravillas
con el pasmo del niño y el ardor del amante.
Veremos que es perfecta la espiga ya madura,
que la vida es profunda y una hermosa aventura;
y seremos felices entre todas las cosas.
Temblará como un tallo en la hierba la espada,
y hasta la roca dura se sentirá asombrada
porque conoceremos las palabras dichosas.
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