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Aquilino Duque, España, 1931
Juego de espejos
Juego de espejos, sucesión de engaños,
de luna nueva va a la luna llena,
y hay quien tardó cerca de treinta años
en llegar a Salzburgo desde Viena.
Desde el hotel del Vellocino de Oro
hasta el palacio Mirabell,
Almaviva so io, non son Lindoro,
y no te he sido siempre fiel.
Tienen de bueno los espejos
que multiplican el espacio
y reproducen a lo lejos
aquel hotel y este palacio.
Aquel hotel que ya no existe,
este palacio, estos jardines,
y esta ciudad, que no resiste
el frenesí de los violines.
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