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Armando Tejada Gómez, Argentina, 1929
El vino triste
Ese hombre que entra al bar
sin sombra que le ladre,
ese que pisa y pasa
sin rostros ni señales;
pide una copa solo
de espaldas a la calle,
bebe su copa solo,
inmóvil, demorándose,
paga, piensa otro trago
sin gastar ni una frase
y luego, se va solo
hacia la noche y nadie.
Ese tipo va herido.
Y la muerte lo sabe.
Poeta de la legua
Cantando por ahí se ha sentado a mi mesa
el cantor, el rufián, el ángel, el guerrero,
el empresario, el lúcido, el loco, la ramera:
gente de bravas índoles y de modales feos.
juntos hemos bebido del vino del escándalo
y le hemos bajado los calzones al tiempo.
Alguna vez la copla arde en sus corazones
y recorre sus aguas y sale por sus ojos
con el sigilo junco de un niño alucinado
que ha visto un dios de sal pero lejos y solo.
Y yo, que tengo sitio de laurel en mi pueblo,
mientras esto no cambie, bebo y canto con todos.
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