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Artemio González, México, 1933
El temblor de la luz...
El temblor de la luz tiene otra tinta
que es sangre e ilusión de otra instantánea,
la vida se disuelve en miscelánea
de igual tropel y de ánima distinta.
La aparición palpita y se despinta
en dilución de niebla, es momentánea
la fantasmagoría contemporánea,
y pare la razón y muere encinta.
Yo he de volver a mí, por mi epicentro
los escombros del credo en que me empolvo
se imprimen en la fe como en la brisa.
Y se cierran mis páginas, por dentro
Dios medita en la sede de mi polvo
y la muerte me edita en su ceniza.
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