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Arturo Dávila S., México
La partida
He iniciado la partida. Aún arde
el cristal de la noche, los espejos
encendidos en el cielo. Es tarde
para volver. En mis despojos, lejos
busqué el olvido. Ahora se enciende en
las ruedas trémulas de mi garganta,
en la ola de mis sueños. Para bien
o para mal, me voy, cuando levanta
el horizonte fiel y ondea el calor
de la luna moribunda. Camino
hacia el oeste, donde al fin el dolor
muere, y la mirada es roja. No
lo lamento, sólo he perdido, acaso,
una mujer, una flor, un ocaso.
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