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Augusto Ferrán, España, 1835
En sueños
En sueños te contemplaba
dentro de la oscuridad,
y cuando abriste los ojos
todo comenzó a brillar.
Todo comenzó a brillar,
y entonces te llamé yo:
cerraste al punto los ojos,
y la oscuridad volvió.
La soledad
¡Ay de mí! Por más que busco
la soledad, no la encuentro;
mientras ya la voy buscando,
mi sombra me va siguiendo.
Como si fuera preso
Voy como si fuera preso
detrás camina mi sombra,
delante mi pensamiento.
Es tanta la confusión
que oculto dentro del pecho,
que ya no sé mis pesares
distinguir de los ajenos.
Por eso cuando te pones
a contarme tus fatigas,
digo para mis adentros:
«¿pues no son esas las mías?
Para ver si se dormían,
encerré en mi corazón
de mis penas las mejores,
y mal la prueba salió.
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