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Azálea Carrillo, Perú
¡Libre de amor!
¡Libre de amor! Con suspiros del cielo
descansa para siempre mi agonía,
y aquella quejumbrosa letanía,
rompe el furor causante del recelo.
Si pudo más mi fe que el desconsuelo,
y veo en mí volver la lozanía,
refugio de esta plácida armonía...
¡Bendigo a Dios, por darme de su celo!
¡Que descansada vida la que llevo!,
inmersa en ese mar de la pureza;
que pensar en amor, ya no me atrevo.
Observo de la vida la belleza;
y ante un jardín florido me conmuevo...
¡Libre de amor, y es esa mi riqueza!
La egiptana
Cuentan que vino de Egipto la hermosa
gitana, que su gracia derrochaba
al reír; cuando la suerte te echaba,
y era su boca cual pálida rosa.
Fue comparada a la divina diosa,
y al amor la egiptana desafiaba,
entre bailes y risas se alejaba;
soberbia..., saltarina..., esplendorosa...
Del Cairo vino en mística fragancia
tal si fuera sultana de un serrallo,
cubierta en esplendores de elegancia.
Tras su sombra un califa en su caballo,
se inclina ante sus plantas con audacia...
¡Y pide ser su esclavo o su vasallo!
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