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Basilio Sánchez, España, 1958
La condición humana
Un árbol, una nube
del tamaño de un árbol,
un camino de hojas.
La luz que ahora declina,
que ha perdido de nuevo a otro de sus hijos.
La silueta de un hombre recortándose
contra su inmensidad y que la lluvia
suavemente reduce.
El lugar de los hechos
Todo lo que ahora abarca la mirada,
la memoria, los momentos perdidos,
todo aquello
que ignoré de la vida,
que apenas reconozco,
bajo su lentitud, en este hueco
que conforman mis manos.
Ese rumor que intuyo cuando escribo esta página,
este presentimiento, esta insistencia
que después me conduce, más allá de mí mismo,
hasta un lugar cercano
al de mi nacimiento, al de mi muerte.
Nada a mi alrededor, sólo la leve
respiración pausada
de un animal que mira con la cabeza vuelta.
Bastará con mis ojos,
con esta mano antigua que aproximo a su boca,
para que se levante y huya.
Entre nootros
Añoro la ceguera que es un punto de luz.
Bebo de la memoria como otros
del agua de las fuentes, de los vasos
de la antigua liturgia.
Después de mucho tiempo
ahora vivo despacio, sin intimidaciones,
sin que pueda la noche ganarme en sutileza
ni la muerte en sigilo.
Soy el hombre que no ha salido nunca
de los alrededores de su mano, el que se ha hecho
perdonar por la nieve
y el que anda por las habitaciones
preservando en silencio la sustancia
de su felicidad.
Quien para guarecerse
necesita los nombres de todos los que ha sido,
recordar las palabras con las que cada día
ha vivido o ha muerto.
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