Belisario Nodarse,   Cuba


El ciclón

Ara el buey con pausado movimiento
la fértil vega y el fecundo llano;
y, mientras canta el ruiseñor, lozano
carmen aroma la región del viento.

El sol, como un volcán, el firmamento
alumbra, y su destello soberano
resplandores arranca al océano
que conmueve la tierra con su acento.

Todo es bellos y gentil ; más, de repente
gigante, oscura nube abrumadora,
cubre del sol la inmaculada frente;

desátase la lluvia; y, precursora
de espanto y ruina, el agua del torrente
el bosque inunda y el pensil deflora.


El obrero

Después de ser para el estéril huerto
preciosísimo germen de primores;
y, esquivando de Febo los ardores
más de un cáliz logro dejar abierto...

Después de levantar seguro puerto
que la fiebre extinguió de mil dolores;
y, a costa de inhumanos sinsabores,
hizo brotar la planta en el desierto...

En su choza infeliz mira el quebranto;
el hambre, el torcedor, la desventura:
¡terrible cuadro de dolor y espanto!

Y, como premio a la misión más pura,
siente en sus tristes párpados el llanto
en la noche sin fin de su amargura.


 
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