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Carlos Hugo Gamboa Molina, Colombia
Destino
Tenía que ser así; estaba escrito
que la luz en el cielo se apagara
y a mis pies el sendero se borrara
y la noche llenara el infinito.
Y así fue: tras un golpe, tras un grito,
se extendió por el cielo una mampara,
y la estrella que fúlgida brillara
no alumbró más la senda que transito.
Tenía que ser así: que yo anduviera
por senderos de sombras y de abrojos,
te encontrara y mi amor se redimiera.
Y así fue: a la lumbre de tus ojos
en mi senda hubo luz, y primavera,
al primer beso de tus labios rojos.
Llueve
Llueve sobre los árboles del huerto,
donde parece que la noche llora
y en donde en cada flor duerme la aurora,
mientras mi corazón sigue despierto.
Llueve sobre el poblado y el desierto,
y al rumor de la lluvia se incorpora,
cual una multitud que al cielo implora,
de los batracios el rural concierto.
Llueve sobre las lámparas del puerto,
y en cada lámpara hay un ser que añora
a otro ser que atraviesa el mar abierto.
Llueve sobre el andén, a esta hora,
cuando en más de un portal, al descubierto,
vela un niño sin pan... y el pan lo ignora.
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