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Carlos Hernández López, Cuba, 1914
Hasta arrastrándome
Hoy que se posa un águila
en tu cumbre imponente
imaginas que nunca te entregarás a mí,
oh, montaña, mujer indiferente ...
Aunque soy nada más que una serpiente,
piensa que, hasta arrastrándome,
puedo llegar a ti.
Lluvía sin tí
En este lento atardecer
más cerca de la noche que del día,
qué más me da que llueva todavía
o deje de llover.
Sé que si hubiera sol en este día
no sabría qué hacer,
porque se fue a la ausencia mi alegría,
porque te fuiste de mi lado ayer.
Y por eso, qué importa
que llueva todavía
o deje de llover!
Poema del adios
Dime adiós simplemente. Dime adiós sin pañuelos,
sin que tiemblen tus manos ni se ahogue tu voz;
sin palabras inútiles y sin vanos recelos;
Dime adiós! ... Dime adiós!
Una pluma que vuela, una ola que muere,
una nube que pasa ... en todo hay un adiós
que unas veces perfuma y que otras veces hiere,
palabra, flor y espina sembrada entre los dos!
Este adiós en silencio resuena más que un grito,
y humedece mis ojos y empaña mi mirar.
Pero qué es una lágrima junto al mar infinito!
Pero qué es mi amargura junto a la sal del mar!
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