Carlos Ortiz,   Argentina, 1870


El poema de las sombras

Entre triunfales púrpuras se aleja
el sol, celeste Apolo que fustiga
luminoso y soberbio, su cuadriga
que un áureo polvo en el espacio deja.

La noche de los crímenes amiga,
fúnebre avanza cual callada queja;
la Noche taciturna, que semeja
misterioso crespón que al mundo abriga.

El crepúsculo, heraldo de la bruma,
la tierra en tenue claridad esfuma.
Se borran de la luz los rojos rastros;

se extiende de las sombras el imperio,
y vibra de la Noche en el misterio
la celeste armonía de los astros.


La agonía de la rosa

Infiriendo al armiño aleve ultraje
con su púrpura intensa y lujuriosa
prendida sueña la purpúrea rosa
entre las blondas del nevado traje.

Arrancada al misterio del follaje,
languidece en la curva voluptuosa
del virgen seno, triste y misteriosa
en la pálida bruma del encaje.

Agoniza; del lánguido capullo,
que fue de las florestas el orgullo,
un pétalo marchito se desprende

con la tristeza de los hondos duelos,
y un perfume sutil, ligero asciende
como un alma que sube hacia los cielos.


 
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