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Cecilio V. Sarret, Cuba
Pinceladas
Sobre las copas del pinar sonoro,
donde ponen los pájaros su nido,
el crepúsculo enfermo se ha tendido
como una inmensa telaraña de oro.
Allá, por el confín de la espesura,
un lago misterioso se dilata
como un espejo de bruñida plata
encuadrado en un marco de verdura.
Ese sol que tranquilo se derrama
sobre el verde y hermoso panorama
en medio del verdor se ha desmayado.
Es que una nube lo ocultó al instante
como si fuera un párpado gigante
que cayera en un ojo ensangrentado.
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