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Clara Lair, Puerto Rico, 1895
Rica y potente savia...
Rica y potente savia te dio la exuberancia
que te adornó de flores y aromas tempraneras...
Honda raíz de instinto infiltró en tu fragancia
el veneno de ansias y anhelos sin esperas...
Y así me diste a medias y a medias me entregaste.
Que oculta y silenciosa, luz perdida en tu noche,
no se rindió a hombre alguno ni siguió tu desgaste
la esfinge que en tu fondo te miraba en reproche...
Cuerpo insolente y frágil, surgiste del arcano,
lejos e inaccesible para el Unico y Uno,
que encontró tardíamente tus caídos despojos...
Caprichoso y rebelde, inquieto e importuno,
ni siquiera lograste florecer a sus ojos,
ni siquiera supiste deshojarte en su mano...
¡Ah, si fuera posible...!
¡Ah, si fuera posible el milagro perenne
del árbol que se seca y retoña en verdor,
en esa arcilla tuya, y tornaras indemne
a ser como en la hora del aroma y la flor...!
Hoy que sé lo que pides, lo que das, lo que niegas.
Hoy que sé tu verdad y tu engaño y la impura
fulgurante ilusión que te arrebata a ciegas
y el derrumbe final de tu vana locura...
Hoy que sé lo que eres; hoy que soy triste y sabia;
que conozco lo pérfido de tu ardorosa labia
y la herida incurable que da tu frenesí...
¡ Cómo te dominara como a una torpe fiera,
como a un niño salvaje que toca cuanto hiera,
al negarte el veneno que tú me diste a mí... !
Letanía egoista
¡Ay, sólo quisiera
vivir las mismas cosas de distinta manera!
¡Volver a florecer; saberme florecida;
y balancearme al ritmo más quieto de la vida!
En el jardín salvaje del amor ser altiva
planta, que no florece sino al que la cultiva.
Desterrar de mi torre de reposo y de pan,
la pirueta a lo absurdo de Pierrot y Don Juan.
Oponer al foetazo encendedor del trópico,
el músculo de piedra de mi maestro exótico.
Mi maestro sajón, que burló mi donaire,
y que trocó mi canto en bostezos al aire.
¡Ay, sólo quisiera
vivir las mismas cosas de distinta manera!
No dar nada de más; dar sólo lo pedido;
y retirarlo al punto si no es retribuido.
En fría selección de rosales y eras,
desparramar mi yo por las cosas certeras.
Lanzar mi vanidad en la ruta trazada
de lo que ya está hecho, de lo que cuesta nada.
¡Volver a revivir, fuerte, dura y fornida,
y caminar atlética y autómata la vida!
¡Ay, sólo quisiera vivir
las mismas cosas de distinta manera!
¡Mirar el mundo todo como brusca humorada,
y a cambio de su nada darle también mi nada!
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