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Diego Vicente Tejera, Cuba, 1848
Dos besos
En su puerta me dio anoche
La mujer que adoro un beso,
Y en la calle el hambre pude
Calmar de un anciano ciego.
Llegué a mi casa llorando,
Concilió dichoso el sueño
Y sentí sobre mi rostro
El más dulce de los besos.
Pensé que fuera mi amada
Quien me acariciaba en sueños,
Busqué su faz en la sombra
Y vi... ¡la imagen del ciego!
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