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Dolores Bolio, Cuba
Mi Serafín y yo
Sobre mi corazón, tan tiernamente
he oprimido su testa ensortijada,
que se desliza el oro por la almohada
como en cumbre invernal sol refulgente.
Suspiro, y al besar su pura frente
sorprendiendo mi rostro en su mirada,
me parezco a la luna que extasiada
su miniatura copia en una fuente.
Y le arrulla mi voz: ¡Naturaleza
con mi sangre pintó tus encendidas
y redondas mejillas; tu cabeza
forjaron mis ideas florecidas;
tu espíritu, mi amor: yo llevo impresa
tu forma entre mi ser hace mil vidas!
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