|
|
Domingo del Monte, Cuba, 1804
Los celos
Son los celos, Belinda, infierno ardiente
de odios, rabia, rencor y cruda ira:
¡infelice del hombre que los mira,
cual yo, en su pecho, y sus furores siente!
No entonces, ¡oh Belinda! tiernamente
mi perdida razón tu gracia admira:
entonces te detesto, y no respira
más que venganzas la ofuscada mente.
Bárbaro entonces, con puñal recibe
tus miembros bellos con placer rasgara,
tu corazón buscando aborrecible...
Estos los celos son: si no probara
el amado tormento tan temible,
¿cuál dicha a la de amor se comparara?
|
|
|