|
|
Eliseo Giberga, Cuba, 1854
El breve tallo...
El breve tallo, que en labor paciente
hoy empieza a romper la tierra dura,
árbol será mañana, cuya altura
hasta los cielos llevará su frente.
Al cansado arador sombra clemente
dará en su hojas y en su fruto hartura;
a su pobre heredad cerca segura;
a su humilde cocina brasa ardiente.
Y una y otra, robusta y vividora,
luenga prole, sin término y sin cuento,
verá en torno del árbol cada aurora...
¡Tal, de un pueblo feliz gloria y sustento,
la República dure vencedora
de los tiempos, cien siglos y otros ciento!
Los bueyes
De Tejas vino aquel; este de Honduras;
y hoy, en otra región, bajo otro dueño,
juntos rumian tejano y hondureño
insensibles al cambio, otras verduras.
Ora sueltos sin yugo en las llanuras,
ya uncidos del arado al santo leño,
ya en lenta digestión, o en largo sueño,
nunca amarga un recuerdo sus harturas.
El establo es su patria. Donde quiera
que are el buey, ni otra tuvo, ni más quiere
que buen pasto y sufrida compañera.
Más que el hombre feliz, no ha conocido
el amor que en el hombre nunca muere;
el amor de la tierra en que ha nacido.
|
|
|