Elsa Tió,   Puerto Rico, 1951


Puntos de droga

Puntos de droga
sin punto final
a punto de pistola,
inyectan vacíos
en brazos y mentes,
trafican angustias
agotan esperanzas
acribillan la fe.
Y al noble y leal cordero,
escudo de mi patria,
lo han convertido en mula
por donde entra la muerte.


Hombre de sal y sol

Hombre de sal y sol, de espuma y viento,
de horizonte estela y travesía,
de corazón abierto como un río
y caminos de agua y lejanía.
A fuerza de marejada te formaste
contra rumbos sin puerto y sin gaviotas,
contra el cielo, la nube el arcoiris,
naufragios remolinos y desoladas rocas.
Obrero de la mar y de mi cuerpo
hecho para el espacio
y para las constelaciones.
Hoy soy flor en tus manos
cánamo , red, timón y mediodía.
Hay restos de naufragio en tu mirada
voces de caracol aún sin lenguaje
extraña y melodiosa melodía.
Cuando la noche acampa en las estrellas
crece en mi corazeon mi marejada,
y algo de mí se convierte en océano
mientras nos sumergimos
como se sumerge la luna
en el silencio terrible de los peces.


Vientos alisios

Desde el viento que canta en las palmeras
practico la ternura con los vientos alisios,
estos aires balsámicos que curan mis heridas,
que cruzan los océanos y conocen mi orilla.
que me envuelven de seda con su tacto invisible,
que rozan a mi piel y mecen a mis penas,
hasta dejarlas quietas, calmadas, que no duelan.

Estos vientos alisios, profunda sal del aire
impulso sostenido que tienen el poder
de cambiar realidades
persiguen las sirenas desde el lirio del mástil
nos llegan de la mar y no saben de encierros,
son libres y salados como el mar en mi cuerpo,
son salto de delfín, diálogos de silencios,
soplo de mil aromas,
que graban en su interior los caracoles.


 
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