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Elvira Sevillano Marco, Argentina
Temperamentales
A la misma hora y en alguna parte,
mientras canta un pájaro, otro pierde el trino.
A la misma hora que la mariposa
cae en la telaraña tras un desatino.
A la misma hora de la cacería
unos se resignan y otros la provocan.
A la misma hora que la valentía
salva alguna vida y pierde la propia.
A la misma hora que ante los espejos
se muestra la gala, se exhibe la pompa,
una madre abriga en su piel desnuda
la carne de un niño sin casa ni ropa.
A la misma hora, no es la misma hora
en el mundo entero. Hay luces y sombras,
las que nos dominan, las que nos persiguen,
por las que se paga, por las que se cobra.
¡A la misma hora!...¡A la misma hora!
Como pan en la boca
Buscaré la sonrisa en el canto del río,
en el eco del viento, en la voz de la lluvia,
en el gorjeo del ave y el ritmo del estío,
en los verde cimbreantes o entre las hojas rubias.
Buscaré mi sonrisa, la que de adentro aflora
en el leño encendido que calienta mi noche,
en un baño de luna, en la luz de la aurora,
en la chispa de un sueño hasta hacerlo derroche.
Buscaré la sonrisa horadando la roca
por retener tan solo su resplandor profundo,
para poder verterlo, como pan en la boca
en los ojos y el alma de los niños del mundo
Importancias
Todas estas cosas son las valederas:
El amor, la vida, la alegría, la tierra.
No perder ternura, no perder conciencia,
contagiar el canto y ahuyentar las penas.
Convertirse en niño cuantas veces quieras
y creerse un tanto bosque, mar y fiera
como para amarlos con la misma fuerza.
Ser, si no montaña, un poco ladera
y entre ocio y ocio compartir banderas
de paz y trabajo con esa manera
que tiene el humilde de ajustar las riendas,
sin tragarse el mundo ni sumar fronteras.
Todas estas cosas son las valederas:
el aire, la sombra, el sol, la pradera
y el tiempo que, a tiempo, transcurra en la espera
¡de cortar las uñas a la inteligencia!
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