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Emilio Finot, Bolivia, 1882
Para la tumba soy
¿Nunca hallare en el mundo el abrigaño
que no suele faltar ni a los bandidos?
¿Nunca en mi quieta vida de ermitaño
sonaran los gorjeos de los nidos?
Por su promiscuidad odio el rebaño;
solo a la noche entrego mis gemidos;
mas nunca ha de mostrar mi rostro huraño
el gesto que revela a los vencidos.
Huérfano soy; mas mi altivez patricia
Aminora mi peso de pesares
Y me impide adular a la estulticia.
Indiferente al soplo de la racha,
Mi existir, sin cuidados familiares,
Es gobelino que se deshilacha.
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