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Ester de Izaguirre, Paraguay, 1923
Despertar
Sentí la angustia como un ala viva
al regresar del sueño jubiloso,
y palpé en la penumbra compasiva
un despertar vacío y soledoso.
En el sueño, mi amor adolescente
escuchó, entre rumores de una plaza,
toda tu voz, volviéndome creyente
de un ídolo de piedra y argamasa.
Desperté: el mismo otoño suspiraba
en las rendijas su canción de viento
y sus tristes llamados en la aldaba,
mas no encontré tu voz en el acento,
ni respondió el silencio que rodeaba
la quebradura del encantamiento.
Frustración
Todo al pasar es brillo de lucero,
cansancio de clamar palmas arriba
y adivinar apenas lo que quiero
cuando la tenue sombra, vuela esquiva.
Oigo sin tregua resbalar la arena
como a través de inútil varillaje,
en este instante gris que me condena
a no saber usar de mi lenguaje.
Siento el batir de un ala columbrada,
mas de un ave que muere pavorida
tras el brillo primero en la alborada:
la palabra en belleza revelada,
la exultante confianza inadvertida
y en la búsqueda ardiente derramada.
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