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Eusebio Blasco y Soler, España, 1844
A quién se yo
Me engañaste,
y “¡No has sido tú el primero!”
dijeron mis amigos,
un tiempo de tus pérfidos engaños
victimas o testigos.
No sé quién fue el primero
más el último
sé que será un gusano.
Buscará el corazón de tu cadáver,
y ha de buscarlo en vano.
Caer, para sufrir el desengaño...
Caer, para sufrir el desengaño;
soñar, para llorar cuando despierto;
buscar la dicha cual remoto puerto,
que nunca abordo, por destino extraño.
Sembrar el bien y cosechar el daño;
dejar lo fijo por seguir lo incierto;
ver siempre cerca y a mis pies abierto
el ancho abismo de amoroso engaño.
Batallar con mi suerte rencorosa,
ocultar del dolor la eterna herida,
sentir el aire y respirar la prosa
y ver mi triste juventud perdida.
Tal es, en suma, mi existencia hermosa.
¡Y a esto llaman vivir... y esto es la vida!
Petición
Dame, Señor, paciencia en mis apuros;
valor de perdonar a quien me ofenda;
salud igual, de mi trabajo prenda;
resignación para los tiempos duros.
Dame la fe que va con pies seguros
del bien sin gloria por la hermosa senda;
oído humilde que el consejo atienda,
hijos honrados con instintos puros.
Esto no más, Señor, es bien que pida,
que oro y honores frágiles no ansío,
y es desear envenenar la vida.
Séame dulce de la muerte el frío,
y viendo en torno a la familia unida,
dame muerte cristiana en lecho mío.
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