Felipe de la Camara,   España


Lo eterno

Nada hay eterno en nuestra pobre vida:
cual la edad, se transforman las pasiones;
mueren en nuestro ser las ilusiones;
lo que el alma anhela, luego lo olvida.

Mi loca aspiración cayó vencida;
murieron mis insanas ambiciones,
como muere, al soplar los aquilones
la hoja seca, en el árbol suspendida.

Mas porque alma inmortal no desespere,
hay algo entre lo humano que no muere,
algo que el alto espíritu concibe.

El amor que en el pecho nos rebosa
fue de una madre, crece en una esposa,
nuestra alma alumbra y en los hijos vive.


 
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