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Fernando González Urízar, Chile, 1922
La copa del amor
Ahora que el mar se hizo recuerdo,
juntos en el estío de las lágrimas
miramos otra vez el agua sola,
el agua del crepúsculo
caída sobre los ojos ciegos,
ay, inmóviles charcas
en el vacío de los cielos.
Sopla el viento la luz,
la ciudad es un ramo que titila,
escapan temerosas las arenas,
la copa del amor es alta y triste.
En el estruendo todo se sepulta:
la voz, luego el sollozo
y el adiós que se va con esas olas.
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