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Francisco Javier Balmaseda, Cuba, 1823
A Scévola
Tiende la mano Scévola arrogante
sobre el carbón en ascua convertido,
y no exhala su boca ni un gemido,
ni oscurece una sombra su semblante.
Lleno de fuego el pecho palpitante,
a un combate glorioso decidido,
es un volcán que brota enfurecido
la hirviente lava de su ardor triunfante.
Tiembla a su aspecto el mísero tirano,
y su futura suerte comprendiendo
cobarde rompe el cetro soberano,
y allí, entretanto, Scévola sonriendo
le muestra altivo su abrasada mano,
al monarca y al mundo confundiendo.
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