|
|
Francisco de Figueroa, España, 1536
Perdido ando
Perdido ando, señora, entre la gente,
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida;
sin vos, porque no sois de mí servida;
sin mí, porque no estoy con vos presente;
sin ser, porque de vos estando ausente
no hay cosa que del ser no me despida;
sin Dios, porque mi alma a Dios olvida
por contemplar en vos continuamente;
sin vida, porque ya que haya vivido,
cien mil veces mejor morir me fuera
que no un dolor tan grave y tan extraño.
¡Que preso yo por vos, por vos herido,
y muerto yo por vos d'esta manera,
estéis tan descuidada de mi daño!
Blanco marfil...
Blanco marfil, en ébano tallado;
suave voz indignamente oída;
dulce mirar –por quien tan larga herida
traigo en el corazón– mal ocupado.
Blanco pie por ajeno pie guiado,
oreja sorda a remediar mi vida,
y atenta al son de la razón perdida,
lado –no sé por qué– junto a tal lado;
raras, altas fortunas, ¿no me diera
la Fortuna cortés durar un hora
de alto bien desde vos reparte
o el sol, que cuanto mira, orna y colora
no me faltara aquí, porque no viera
un sol más claro en tan oscura parte?
|
|
|