Francisco Gonzalo Marín,   Puerto Rico


El trapo

Cuando un pueblo no tiene una bandera,
bandera libre que enarbole ufano,
en pos de su derecho soberano
y el patrimonio, la gentil quimera;

si al timbre de su gloria entera
bríos de combate en contra del tirano,
la altiva dignidad del ciudadano
o el valor instintivo del la fiera;

con fe gigante y singular arrojo
láncese al campo del honor fecundo,
tome un lienzo, al azar, pálido o rojo,

y, al teñirlo con sangre el iracundo
vera cambiarse el mísero despojo
en un trapo que asombre a todo el mundo.


Mariposas

La pléyade fugaz de alas de oro
surgió de pronto en la callada alcoba.
Y mi madre me dijo:
No te asustes,
son bellas y se llaman mariposas.
Donde hay amor, perfumes, alegría,
besos, arrullos, esperanzas, notas...
donde tiene su trono la inocencia,
altar el bien, la dicha sinagoga;
donde hay luz, y cariños, y poesía;
donde no existe un átomo de sombra,
allí van a formar, amado mío,
nido de luz las raudas mariposas.

Cuando me encorve el peso de los años,
cuando la senda del dolor recorra
y, cansado viajero, sin un triunfo
me tienda a descanzar sobre una fosa,
¡quiera Dios que en la noche de mi cráneo,
vengan a fabricar, madre del alma,
nido de luz aquellas mariposas!


 
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