Francisco Matos Paoli,   Puerto Rico, 1915


¿Por qué desaparezco?

Después de la sutil locura
se agranda mi Dios en los lirios,
empiezo a darme luz en las esquinas
y se paraliza el polen de los muertos
en lo que de mí está sellado.

Me llaman.
¿Qué hacer si los brazos ahuecados
aún repiten el aroma?

¿Qué hacer si la desnudez no es completa
y los narcisos vuelan
desde el gozoso ocaso
hasta mi humilde aurora?


Verdor que salta

Inminencia, celeste inminencia
de días que son pájaros,
de pájaros que son venas.
Frescas corolas que se imantan
más allá de mi abismo.
Un ritmo aparte que mitiga
la ausencia en que me hallo.
Algo como un dolor que acorta
la distancia del cielo.

Tendré un nuevo ser.
Un ritmo cenital que me hace libre
de todos los augurios de la tierra.

Verdor incontenible.
Verdor que salta
hasta alcanzar el triunfo
de lo que ha sido en mí
la noche plena.


A la Virgen María

Yo sé que la faz tranquila
vuela más allá del ruego.
Cauce de la voz, el fuego
que apacienta tu pupila.
Entraré donde rutila
el rayo. No estaré en venta
porque tu voz acrecienta
el pálpito de las flores.
Y en la cima, ruiseñores
abrirán la luz sedienta.


 
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