Gabriel Zaid,   Mexico, 1934


Nacimiento de Venus

Así surges del agua, clarísima,
y tus largos cabellos son del mar todavía,
y los vientos te empujan, las olas te conducen,
como el amanecer, por olas, serenísima.

Así llegas de pronto, como el amanecer,
y renace, en la playa, el misterio del día.


Resplandor último

La luz final hará
ganado lo perdido.

La luz que va guardando
las ruinas del olvido.

La luz con su rebaño
de mármol abatido.


Reloj de sol

Hora extraña. No es
el fin del mundo
sino el atardecer.
La realidad,
torre de Pisa,
da la hora
a punto de caer.


Piscina

Vengo al aire, del agua, más ligera,
a reanudar la que se rememora.
Saco el pecho en el tiempo. ¿Ves ahora
los cuerpos de esta falsa primavera?

¡Qué pretensión de paraíso fuera
equilibrar el aire de la aurora!
Yo me vuelvo a los vientres de la hora
a clavar mis silencios en la espera.

No me des a la luz, madre, te pido,
que aquí ni prisa ni temor me asalta
y oigo el tiempo flotante y suspendido.

Quiero la libertad, y la más alta
libertad del silencio en el olvido
¡y es el aire del mundo el que me falta!


 
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