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Generoso Emiliani Villamil,   Panamá, 1916 
  
La plegaria de la rosa
  
Abrió ventanas de oropel la rosa 
del solitario caserón vacío 
y cansada de sombras y de frío 
llamó a la primavera venturosa.
  
El Verano, el Invierno y el Estío 
acogieron la angustia presurosa 
pero olvidando el ruego de la rosa 
la dejaron con sombras y con frío.
  
La soledad en nidos y vergeles 
en los surcos sedientos como el río 
junto al paisaje con dolor reposa
  
y en los valles marchitos,los laureles 
que elevaron plegarias con la rosa 
también con ella morirán de frío. 
  
Del ayer que se fue
  
Van las horas menguando nuestras vidas 
y con ella también los sentimientos, 
alegrías, nostálgicos momentos 
de un pasado que colma la medida.
  
De la novia primera tan querida 
los años de pasión tan turbulentos, 
los de penurias, tiempos duros, cruentos, 
el desengaño y la primera herida.
  
Tardías las emociones van restando 
a la loca ilusión, febril, sin dueño, 
hasta el dolor que esconde la tristeza;
  
rostros de ayer, marchitos su belleza, 
truncadas esperanzas, vano sueño 
que un todo fue y en nada va quedando. 
  
La luz del alma
  
No te acobardes frente a tu destino 
arranca toda espina que te hiera, 
lucha, que siempre vence quien lo quiera 
aunque mil vallas crucen su camino.
  
La luz del alma es un diamante fino 
que irradia fe, de penas nos libera, 
el surco abre a la mente prisionera 
como el milagro celestial divino.
  
Conduce las tinieblas al abismo 
a quien olvida en su dolor profundo 
que hasta en la noche oscura hay una estrella.
  
No son los ojos los que ven el mundo, 
es el sentirlo que la imagen huella, 
lo que oculto está dentro de uno mismo. 
  
 
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