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Gerardo Diego,   España, 1896 
  
Sucesiva
  
Déjame acariciarte lentamente 
déjame lentamente comprobarte, 
ver que eres de verdad, un continuarte 
de ti misma a ti misma extensamente.
  
Onda tras onda irradian de tu frente 
y mansamente, apenas sin rizarte, 
rompen sus diez espumas al besarte 
de tus pies en la playa adolescente.
  
Así te quiero, fluida y sucesiva, 
manantial de tú de ti, agua furtiva, 
música para el tacto perezosa.
  
Así te quiero, en límites pequeños, 
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa, 
y tu unidad después, luz de mis sueños. 
  
El ciprés de Silos
  
Enhiesto surtidor de sombra y sueño 
que acongojas el cielo con tu lanza. 
Chorro que a las estrellas casi alcanza 
devanado a sí mismo en loco empeño.
  
Mástil de soledad, prodigio isleño; 
flecha de fe, saeta de esperanza. 
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza, 
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
  
Cuando te vi, señero, dulce, firme, 
qué ansiedades sentí de diluirme 
y ascender como tú, vuelto en cristales,
  
como tú, negra torre de arduos filos, 
ejemplo de delirios verticales, 
mudo ciprés en el fervor de Silos. 
  
Guitarra
  
Habrá un silencio verde 
todo hecho de guitarras destrenzadas.
  
La guitarra es un pozo 
con viento en vez de agua. 
  
 
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